Porque Tamara, de Desvaríos y Labores, me ha dado el día. Y me lo ha dado para bien... para muy bien. Que además no podía haber sido más oportuna. Me explico.
Cuando llegaba esta mañana de hacer un par de recados, me encuentro a mi cartera que a punto estaba de dejarme un aviso para que fuese a recoger un paquete a la oficina. "Pero si no espero nada", pero allí estaba en su mano, un sobre todo acolchadito de lo que se ve a simple vista que llevan algo dentro que mola.
Y vaya si molaba.
Esta bolsa brujeril llena de caramelos de los que ni engordan ni pican las muelas. La tarjeta es monísima.
¿Y qué me decís de las telas? Que están pidiendo a voces que hagas algo con ellas. El problema es por cual empezar... De nuevo muchas gracias Tamara, eres un amor.
Ayer fue la fiesta de Halloween de mi pizquita. Diez niños disfrazados de monstruos varios y hasta las orejas de azúcar... ya os podéis imaginar. Habíamos pensado en hacer el juego de las sillas o el de explotar globos sentándose, pero no fue necesario.
Listado de percances:
1.- Dedo contusionado por pillárselo con una puerta mientras jugaban a asustarse.
2.- Chupachús inexplicablemente pegado en el pelo de la niña con la melena más larga.
3.- Amago de ataque al corazón de mi gato Tom cuando los niños, sin previo aviso, se pusieron a gritar de forma histérica.
4.- Alguien (no daré nombres) sacó el peso de uno de los estores de la cocina para jugar a las espadas.
Y así hasta casi el infinito. Pero lo que de verdad importa es que se lo pasaron genial. La calabaza que pusimos como adorno en la entrada tuvo mucho éxito.
Y los muffins/magdalenas mucho más.
El año que viene repetimos seguro.