16 de febrero de 2011

Martes de petardeo

El título es extraño, lo sé. Pero así es como llamo yo a mi noche de “hacer lo que me gusta, a pesar de saber que soy una cursi, y no tener complejo por ello”, que resulta ser la de los martes. Cuando acuesto a Alejandro, hago un café, pongo una película basada en alguna de las novelas de Jane Austen o cualquiera de la saga Crepúsculo, Dirty dancing o, incluso, los Goonies, por ejemplo. Después me acomodo en la chaise lounge, me tapo con una manta y cojo mi labor (la que toque). Durante el rato que dura la película, apenas si veo una sola escena porque tengo la vista fija en lo que estoy haciendo, pero la disfruto como si estuviera concentrada sólo en ella.

Cuando acaba, y si me quedan ganas, leo un rato hasta que el sueño me rinde. Ahora estoy con este libro


Estoy leyendo sorprendentemente lento para lo que me está gustando. Es una historia encantadora, sobre el amor tardío, los prejuicios raciales y las elecciones heroicas (entre otras muchas cosas).


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