Mi hijo llevaba un mes pidiéndomelas, pero el precio era totalmente ridículo. Por fin ayer había bajado a sólo abusivo, así que las compré. Y después de lavarlas me quedé mirando lo preciosas que eran
Una auténtica belleza vistas de cerca
Tan bonitas, que casi daba pena comérselas. De hecho, no podía dejar de pensar lo triste que iba a ser hacer un postre con ellas, y seguí pensándolo mientras las troceaba
Incluso mientras las preparaa como más nos gusta comerlas, sólo con azúcar
Aunque en honor a la verdad, la pena me duró poco. Creo que incluso menos que el tiempo que tardamos nosotros en comérnoslas. ¡Bon appétit!
No hay comentarios:
Publicar un comentario